domingo, 15 de septiembre de 2013

El origen de mi afición por los palomos buchones

La vieja radio de mi casa paterna y algunos de mis personajes inolvidables

Historia I

Era el año 1957. Nos habíamos mudado con mi familia – mamá Elisa, Pantaleón, mi papá y mi hermana Luci -, de la quinta de flores de Tapiales a Ramos Mejía, yo tenía 8 años. El barrio, Don Bosco. Barrio de trabajadores la mayoría descendientes de inmigrantes,  donde predominaban gallegos y tanos que les decíamos, como mi viejo, calabrés…
En esos tiempos la radio era el medio de entretenimiento exclusivo para los que no teníamos televisión. Mi madre nos familiarizó con las radionovelas, generalmente de historias gauchescas y de cuchilleros. Carlos Chiappe, Audón López -el Negro Faustino-, Héctor Bates, Omar Aladio, Adalberto Campos, que interpretaba El león de Francia, los guionistas, intérpretes y actores que recuerdo de este popular género llevado también al teatro.
A la noche, mientras comíamos escuchábamos programas como El Glostora Tango Club,  los Pérez García, con doña Amalia Sánchez Ariño, ¡Son Cosas de esta Vida! con Nelly Meden y Raúl Rossi. Humorísticos como Tatín, personaje de Tato Cifuentes,  Pinocho con Juan Carlos Mareco y la Revista Dislocada de Délfor los domingos al mediodía.
Cuando mi padre compró el televisor, un Olympic Apolo, fue un acontecimiento mágico a dos colores, blanco y negro que nos posibilitaba ver las películas de convoys; El Cisco Kid, Annie Oakley, el Llanero Solitario, Bonanza, las series continuadas del Capitán Maravilla, Los tres Chiflados…las historias de terror de Narciso Ibañez Menta y muchos más.
Los dibujitos animados: El Pájaro Loco, El Gato Félix, Bugs Bunny, Las Urracas Parlanchinas, Popeye, Olivia, Brutus, Tom y Jerry, Tweety, cantidad de entrañables personajes que nos divertían y acompañaron tantos años.

Pero había en la televisión un programa que además de entretenerme me hacía volar todo el tiempo la imaginación, “Disneylandia”. No voy a nombrar los inolvidables clásicos y actuales personajes de Walt Disney puesto que todos los que lean este blog conocerán. Disneylandia tenía cuatro módulos o capítulos temáticos, historias de El Lejano Oeste -todavía suena en mis oídos la voz del locutor con el fondo musical de la presentación-, La Tierra del Futuro, La Tierra de la Fantasía, La Tierra de las Aventuras…
Y en este módulo, “La Tierra de la Aventuras”, me detengo para continuar, justamente ,con “la paloma”. En un capitulo de "El mágico mundo de Disney" de 1958 que se llamaba "The Pigeon That Worked a Miracle" o "La paloma que obró un milagro", -Google mediante- encontré el nombre y la sinopsis: Joven Chad Smith se convierte en un inválido después de un partido de béisbol, y se ve obligado a negociar en su pasatiempo favorito para las carreras de palomas. A través de esta afición recién descubierta, desarrolla afecto por una de sus palomas que de repente se va volando, con el fin de escapar de un depredador del barrio. Filmada en su mayoría en estilo documental, la película cuenta la historia de esta paloma especial y su viaje por todo el campo, antes de su eventual retorno al muchacho que la amó y que, gracias a ella, vuelve a caminar.
Como dirían mis hijas, una historia ñoña...pero que en esa época  me dejó cautivado a ese relato que agigantó mis ilusiones de chico para poder llegar a ser dueño de un ave con esas características de fidelidad a toda prueba. 

No recuerdo bien quién me regaló esa primer paloma de color azul, -color plomo le decíamos-  como la paloma mensajera del capítulo de Disneylandia. Creo que fue un compañero de la escuela primaria. La tuve en el fondo de mi casa en un habitáculo que le hice con un cajón de manzanas y cada vez que salía a juntarme con los amigos del barrio la llevaba conmigo y en el trayecto mantenía una “conversación imaginaria” con el ave sintiéndome de esta manera el protagonista de la película.
Un día, en una de esas salidas con mi inseparable mascota, fui a la casa de mi amigo Juan Carlos, y su padre que había sido aficionado a las palomas me dijo; ¡es una buchona!.
De ahí en más, la paloma buchona llegó para aquerenciarse a una parte significativa de mi historia palomera...

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